El estudio revela que cuando la cama no se deja ordenada, estos insectos microscópicos no se sienten atraídos, ya que la clave de todo esto es la humedad y calor que despide nuestro cuerpo mediante el sudor cuando dormimos. Por esta razón, si dejamos las sábanas al aire libre y ‘destendidas’ durante todo el día, los ácaros van a deshidratarse y a morir de forma automática.
El doctor Stephen Pretlove, -responsable del estudio- asegura que este descubrimiento podría reducir de forma considerable la cantidad de dinero invertido en enfermedades como el asma, una de las más comunes provocadas por estos diminutos arácnidos.
¡A quienes no les guste llevar a cabo la tarea, ahora tienen la excusa perfecta!
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