A Francis se le ocurrió la idea luego de investigar sobre las criaturas marinas, y convenció a expertos chinos para que produzcan la proteína en su laboratorio. Basta con pasar la lengua por el helado para activar la proteína y que empiece a dar un resplandor verdoso.
A los empresarios les pareció adecuado lanzar el nuevo producto el 31 de octubre para celebrar halloween. El único problema es que no todos los padres podrán comprárselo a sus hijos, ya que cuesta 80 euros cada cono.
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