Y es que muchas veces las personas duermen menos de la cuenta porque entienden que echarse unas horitas de sueño puede garantizarse como un lujo. Asimismo, hoy día existen numerosos productos repletos de cafeína con los que combatir las ansias por coger la cama. Los expertos advierten que a medida que el número de horas disminuye, las tasas de obesidad y diabetes se disparan.
Es ahí, cuando se preguntaron si este aumento podría tener relación con el detrimento de las horas de sueño. Por ello, los expertos británicos pidieron a siete voluntarios que se sometieran a un interesante estudio. Todos los sujetos, que dormían entre seis y nueve horas diarias, fueron distribuidos aleatoriamente en dos grupos.
En el primero, los sujetos durmieron seis horas y medios, mientras que el segundo, durmieron siete horas y media. Una semana después, los investigadores tomaron muestras de sangre e intercambiaron las medidas llevadas a cabo en el grupo. Mientras se realizaba este experimento, un periodista británico quiso interesarse por los efectos que podían llegar a tener estos cambios.
Es por ello, que decidió someterse a un tratamiento con el que experimentar los efectos. “Me conectaron a un electroencefalograma portátil, un aparato que mide la actividad cerebral. Entonces, sintiéndome ligeramente ridículo, fui a casa y dormí mis siete horas y media”, comentó el periodista.
Al día siguiente, acudió a la doctora que llevaba el caso para indagar sobre lo que había vivido la pasada noche. Lo primero que notó fue que había caído rápidamente en un estado de sueño profundo. La experta le confirmó que en este estado de descanso profundo, no significa que el sueño sea más profundo puesto que el trabajo, en realidad, trabaja aún más duro.
“Una de las principales cosas que hace el cerebro es pasar recuerdos del archivo temporal al archivo de largo plazo, de manera que tengamos más espacio para recuerdos de corto plazo al día siguiente. Si no duermes en forma adecuada, estos recuerdos se pierden”, comentó la doctora.
“Usted podría pensar: ‘Voy a dormir menos entre semana y recupero el sueño el fin de semana’. Desafortunadamente, no funciona así, porque los recuerdos deben ser consolidados en un plazo de 24 horas”, explicó asegurando que “si usted está estudiando o va a rendir un examen, se asegure de que duerma en forma razonable”.
El sueño profundo solo dura unas horas. Los resultados del electrodo del periodista mostraron que durante la noche su cerebro pasó por múltiples fases de otro tipo de actividad, llamada sueño MOR, o de Movimientos Oculares Rápidos. Es una fase en la que generalmente se está paralizado aunque los ojos no lo estén.
“Durante el sueño MOR suceden cosas extraordinarias. Uno de los químicos relacionados con el estrés, la noradrenalida, se apaga. Es el único momento, en el día o en la noche, en que esto pasa. Nos permite permanecer calmados mientras el cerebro reprocesa las experiencias del día y nos ayuda a manejar eventos emocionales particularmente difíciles”, comentó.
Paralelamente, los resultados de los voluntarios que decidieron someterse al estudio fueron realmente devastadores. Aunque la mayoría encontraron difíciles las tareas que requerían agilidad mental si habían dormido menos, los resultados más destacados salieron de los exámenes de sangre.
Cuando los voluntarios dormían una hora menos, los genes asociados con procesos como inflamación, respuesta inmune y respuesta al estrés se volvían menos activos. El equipo también notó un incremento en la actividad de los genes asociados con la diabetes y el riesgo de cáncer.
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