La razón por la cual los anuncios imprimen una marca en nuestros cerebros es porque nuestros labios y lengua automáticamente estimulan la pronunciación de un nuevo nombre cuando lo escuchamos por primera vez. Y cada vez que nos volvemos a reencontrar con esta marca, nuestra boca practica su pronunciación.
Sin embargo, segun un estudio publicado en el "Jornal of Consumer Psycology", este lenguaje subliminal puede ser interrumpido si el sujeto esta masticando.
Para su experimento, los investigadores invitaron a un grupo de 96 personas a un cine y vieron un montón de anuncios. La mitad de los participantes fueron suministrados con palomitas gratis y la otra mitad no.
Al final de los anuncios se pudo ver como estos no tuvieron ningún efecto sobre los espectadores que estuvieron "dándole duro" a las palomitas, mientras los otros tuvieron respuestas positivas hacia los anuncios mostrados.
"La actividad trivial de comer palomitas hizo a los participantes inmunes a los efectos persuasivos de la publicidad", dijo Sascha Topolinski, una de las investigadoras.
El estudio llega a decir que las palomitas se deberían de prohibir en las salas, para así maximizar la potencia de los anuncios mostrados y así las salas de cine podrán cobrar más por los anuncios.
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