miércoles, 25 de diciembre de 2013 |

Objetos que se comen

Mesas y sillas que se comen, piedras, bolsos, ropa y envoltorios que, tras darle su uso original, uno puede decidir ingerir. Los mundos del diseño, el arte y la publicidad desafían a nuestros sentidos enlazando apetito y gusto estético. Un cortocircuito sensogustativo que pone a prueba nuestra imaginación.

¿Cómo se te quedaría el cuerpo si después de tomar una copa tu acompañante procediera a tragarse el vaso? ¿Y si esa deliciosa hamburguesa completa pudiera comerse con el envase incluido? Los avances que se han hecho con nuevos materiales y los lejanos horizontes del marketing y del diseño han dado lugar a toda una galería de objetos comestibles que no todo el mundo sería capaz de comerse. ¿Hasta donde estás dispuesto a llegar?

Diseño a bocados


En 2003, el cocinero Firo Vázquez comenzó a ofrecer en su restaurante pequeñas obleas que contenían poemas escritos en tinta de calamar. ¿El objetivo? Alimentar con sus platos el cuerpo y el espíritu de sus clientes. Años después, Vázquez se ha erigido como uno de los pioneros del papel comestible que realiza en distintos acabados y olores . El verano pasado creó el primer Menú Degustación con Papeles Comestibles.

Desde Nueva York llega una colección de vasos que, además de estar diseñados con estudiadas formas y bonitos colores, pueden comerse después de beber su contenido. Esta arriesgada propuesta viene de la mano de thewayweseetheworld. y cuenta con un extra: están hechos con gelatinas de algas que tienen sabor, olor y texturas distintas y se escogerán en función de aquello que se vaya a beber. Si es un gin tonic el vaso estará elaborado con cítricos y cardamomo, y si es un Bloody Mary será de apio y pimienta. La ventaja es que luego no tendrás que fregar.


Nacida en un contexto de crisis global y, bajo la premisa de ser consumidos cuando sea necesario, nace la línea Austerity de Lanzavecchia + Wai. El objetivo es replantearnos los aspectos más básicos de la existencia y hacernos reflexionar sobre la coyuntura económica actual desde algo tan elemental como es el mobiliario. Los alimentos son escogidos en torno a cuatro nutrientes básicos como son las proteínas, los carbohidratos, el azúcar y el chocolate.

La parte comestible recubre una sencilla estructura metálica que permanece una vez ingerido el exterior, garantizando la funcionalidad del mueble. Como piezas estrella de la colección está la silla de chocolate blanco, la mesa de café de caramelo duro, el sofá de alubias y arroz o la mesa de galletas y carne enlatada.

El pasado año la cadena de hamburgueserías brasileña Bob lanzó una potente campaña de ecomarketing. Con el fin de reducir los enormes desperdicios que cada año generan los establecimiento de comida rápida, decidió entregar sus comidas en embalajes comestibles. Un papel elaborado a base de arroz que puede ser comido junto con la hamburguesa. Así los clientes no tiene que desenvolver la hamburguesa, sino ingerirla envuelta sin que por ello su sabor original varíe lo más mínimo. La original iniciativa podría convertirse en una solución brillante a los problemas que generan este tipo de desperdicios.

Necesidad de comer objetos


El fotógrafo y publicista italiano Fulvio Bonavia ha conseguido reunir el mundo de la moda y el de la comida en una selección de complementos imposibles. Utilizando pasta, verduras, frutas, pescado o cereales, el talentoso creador desafía la vista y los sentidos para presentar imágenes donde el contraste entre los dos mundos queda patente. Un alegato a la estética más nutritiva que nos remite, de manera inconsciente, a lo efímero de la moda.

En el otro extremo estarían aquellos afectados por la 'pica', un extraño trastorno de la conducta alimentaria que lleva a los que lo sufren a sentir un deseo irresistible de comer objetos incomestibles. La 'pica' (que en latín significa 'urraca') hace que los enfermos se vean abocados a comer o lamer tierra, tiza, papel, yeso o pintura sin control, poniendo en peligro su vida.

Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán, aseguró por primera vez que "somos los que comemos"en su escrito 'Enseñanza de la alimentación' de 1850. Los alimentos cobran cada vez más peso en nuestras vidas hasta el punto de convertirse en piezas de museo o en objetos de culto. El reto está ahora en reeducar nuestra mente hacia nuevas formas de expresión culinaria.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es importante para mi. Gracias por seguirme.