lunes, 18 de noviembre de 2013 |

EL ALCOHOLISMO ENFERMEDAD DEL SISTEMA NERVIOSO, QUE SE PUEDE PREVENIR Y TRATAR

El consumo de alcohol puede producir daño cerebral irreversible y demencia además de ser responsable de la muerte de uno de cada siete hombres y una de cada trece mujeres en Europa, lo que lo convierte en el segundo factor de riesgo de muerte tras el tabaco. Pero el alcoholismo se puede tratar; después de todo es una enfermedad nerviosa
 

Según el presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (Socidrogalcohol) y del Consejo Español de Cerebro, Jolio Bobes, “el alcoholismo es una enfermedad del sistema nervioso central que se puede tratar y prevenir”.

Es una de las enfermedades que tiene mejor respuesta a la terapéutica, especialmente cuando la persona acude a tratamiento especializado desde las etapas iniciales de su enfermedad. Este viernes 15 de noviembre se celebra el Día sin Alcohol.

El consumo excesivo y crónico de alcohol puede llegar a dañar gravemente el cerebro y tomar varias consumiciones en poco tiempo y con frecuencia puede producir daños irreversibles en el cerebro, aseguran los expertos. Según las últimas investigaciones, el abuso de las bebidas alcohólicas provoca, además de sesenta enfermedades orgánicas, entre ellas cáncer, deterioro cognitivo, agravamiento de trastornos mentales e irreversible daño cerebral.

El coordinador del Centro de Adicciones San Juan de Dios de Palencia, el doctor Antonio Teránha, afirma que el alcohol induce una serie de trastornos mentales entre los que se encuentran episodios psicóticos transitorios, presentes hasta en un 25% de los pacientes con dependencia del alcohol, y alucinosis alcohólica.

 
Otros daños cerebrales provocados por el alcohol son el Síndrome de Korsakoff (confusión, alteración de la memoria para hechos recientes o nueva información, tendencia a rellenar las lagunas de la memoria con confabulaciones), Síndrome de Wernicke (encefalopatía caracterizada por confusión, perdida de la coordinación de movimientos, ataxia (dificultad para mantener el equilibrio), parálisis en músculos oculares, o Síndrome amnésico. Según Terán, el alcohol no solo induce sino que también acompaña otros problemas mentales como los trastornos depresivos, de ansiedad, de personalidad o de la alimentación, una situación que dificulta el diagnóstico y tratamiento de ambos "complicando la evolución y el pronóstico final".

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