El mozo trae a tu mesa el plato que pediste: risotto perfumado con el intenso aroma de las láminas de trufas. Qué delicia. ¿Sabías que hubo un sujeto que anduvo recorriendo y escarbando un bosque junto a un perro para encontrar el preciado hongo? Probás un blini con caviar en la recepción de un cocktail. ¿Te imaginás que esas maravillosas huevas de caviar se lograron gracias a un trabajo chino digno del más talentoso orfebre?
Sí: el precio elevado de los productos gastronómicos más onerosos no se debe solo a su escasez, sino también al esfuerzo de profesionales y artesanos que se doblan el lomo y en algunos casos se juegan la vida para que vos puedas darte los gustos más sibaríticos y excéntricos. JOY te cuenta de qué se tratan estos extravagantes y atípicos oficios:
BUSCADOR DE TRUFAS
Antes se empleaban cabras y cerdos en la búsqueda, aunque el riesgo era que estos últimos se las zamparan de un bocado, cosa que no sucede con los canes. Incluso se llegaron a utilizar jabalíes, según dicen muy eficientes a la hora del rastreo, pero más de un buscador de trufas perdió la mano tratando de sacar el hongo de las fauces de estas fieras.
Y si bien el oficio puede ser arduo y frustrante, la recompensa es mayúscula porque la “tuber melanosporum” o trufa negra se paga alrededor de 1000 dólares el kilo, mientras que la muy escasa trufa blanca (“tuber magnatum”), que solo crece en el Piamonte, puede alcanzar sumas de hasta 6000 dólares el kilo. En la Argentina aún no hay truferas en producción, pero están en marcha varios proyectos que pueden llegar a cuajar en el corto plazo y así crear las condiciones para el desarrollo de esta atípica profesión. Si te interesa, andá prestando atención a los clasificados de Clarín.
PERCEBEIRO
Atados por una cuerda se adentran en el mar para sacar un manojo de percebes, a riesgo de que los trague una ola, cosa que lamentablemente sucede con frecuencia. Los compañeros, cuando ven que la marea sube rápidamente o viene una ola particularmente grande, gritan “moita mar” (muchas olas), y el percebeiro se encomienda a San Andrés mientras trepa velozmente por las rocas para ponerse a salvo, aunque cada tanto aparece el nombre de estos arrojados sujetos en las necrológicas de los diarios locales. No por nada el kilo de este exquisito marisco cotiza entre 55 y 125 euros, según el calibre del animal.
CORTADOR DE JAMÓN
El cortador por lo general se encarga de seleccionar el tipo de jamón, calidad y peso adecuado según la cantidad de comensales, así como la provisión de los instrumentos (base, cuchillos jamonero y de puntilla), además del arte en el corte (generalmente en lonchas de cuatro centímetros de largo), la presentación en el plato, limpieza y posterior conservación del producto en caso de que sobre.
PESCADOR DE CANGREJOS EN EL ESTRECHO DE BERING
Son jornadas de trabajo largas, agotadoras y riesgosas donde cualquier incauto pescador puede ser barrido por una ola. La contrapartida es que se pueden ganar cifras superiores a los 80.000 dólares por unos pocos días de trabajo ya que la temporada es corta, pero no es raro que más de un pescador regrese lastimado a su casa, o que directamente no regrese…
AFINADOR DE QUESOS
Según el ingeniero Pablo Battro, experto en la materia, “el quesero descarga su cámara de maduración (o afinado) y tiene la seguridad de que va a estar bien tratado. Y el afinador, aunque los compra más baratos, por supuesto, tendrá que cargar con el costo de sus cuidados y de los miles de kilómetros que recorre todos los meses. El affineur prepara quesos para distribuir entre sus clientes minoristas pero muchas veces también tiene comercio de venta al público”. Ya sabés que no todo empieza y termina en el pack de Port Salut, sino que el queso es todo un microcosmos.
INSEMINADOR DE ESTURIONES
Los esturiones no se reproducen en cautiverio, motivo por el cual hay que hacerles una endoscopía (ojo, que no es un animal chiquito), separar los machos de las hembras y monitorear la madurez sexual de estas últimas. Cuando están aptas, se les hace una incisión en la parte ventral y se le extraen las huevas que se fertilizan con el semen del macho y se fecundan “in vitro”. En síntesis, un quilombo no apto para cualquier improvisado, más aún cuando hay apenas doce criaderos en todo el mundo y que solo se justifican por el precio internacional del caviar, que oscila entre los 2.500 y los 10.000 dólares por kilo. Aquí este extraño procedimiento lo realiza el ingeniero Facundo Fredes. Y si viste alguna profesión más extraña que esta, te regalamos una lata de caviar (del trucho, claro está).
CONTROLADOR DE HUEVOS
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