jueves, 7 de noviembre de 2013 |

ES CIENTIFICAMENTE INEVITABLE QUE EL PADRE ODIE AL NOVIO DE SU HIJA

El conflicto entre padres e hijos sobre la elección de la pareja de estos últimos es un clásico recurrente en todas las culturas y lugares. Desde la psicología evolutiva se ha tratado de explicar este odio, más racional de lo que puede pensarse en un primer momento, asociándolo con el instinto de protección y control de los descendientes.



El peso de la historia también entra en juego, pues el rol paternalista justificó la participación de los padres en la elección de la persona que procrearía a sus nietos. O bien lo elegían directamente o bien tenían la última palabra para dar el consentimiento a la relación.

Este tipo de conflicto familiar es uno de los más comunes aún hoy en día, aunque los padres modernos tratan de no exteriorizar sus sentimientos para evitar ofrecer una imagen de retrógrados. La desposatio quedó enterrada en la Edad Media y el acto contractual entre el padre de la novia y el marido dejó de tener lugar hace varios siglos. Esto no significa que los progenitores estén libres de sentirse dolidos con la libre elección de sus descendientes, más bien todo lo contrario. Los cientos de discusiones sobre el tema en los foros de internet dan buena cuenta de que el sentimiento de odio hacia los potenciales yernos sigue más vivo que nunca.

Un sentimiento científicamente inevitable

Un equipo de biólogos evolutivos de la universidad holandesa de Groningen ha tratado de ir a la raíz de este asunto para explicar el por qué de dicha reacción tan extendida. Su primera conclusión: no se sienta mal, es normal que tenga pensamientos negativos hacia el novio de su hija. Basándose en la ciencia, lo extraño sería lo contrario. ¿Por qué? Según los resultados del estudio The evolution of parent–offspring conflict over mate choice, publicado en la revista científica Evolution and Human Behavior, el listón de la exigencia paterna suele ser tan elevado por naturaleza que el yerno no se percibe casi nunca como lo suficientemente atento, protector, servicial y con los recursos adecuados para tener descendencia.

A partir de la premisa de esta reacción paterna debido a su rol familiar, los autores de la investigación desarrollaron un modelo informático para simular la evolución del comportamiento de los padres con respecto a la elección de pareja por parte de una hija. El modelo mostró que cuando había varios hermanos en la familia, los progenitores dedicaban más recursos económicos a los hijos con cuya pareja no estaban conformes.

Esta actitud se fue generalizando e implantando en todas las capas de la sociedad, como una forma de asegurar la descendencia genética. De este modo, los vástagos tendieron cada vez más a anteponer el amor al interés cuando se trataba de elegir a la pareja con la que pretendían compartir su vida, pues eran conscientes de que los padres los ayudarían a salir adelante.


Amor libre frente al autoritarismo y el machismo

Al sentirse con las necesidades básicas cubiertas, los hijos se vieron con la libertad para establecer relaciones de pareja indistintamente del estatus social de su pareja, de sus recursos económicos y formación. Por tanto, con el tiempo fueron aumentando las parejas “rebeldes” que elegían a cónyuges muy alejados de la imagen ideal que sus padres desearían.

A raíz de estas conclusiones, el estudio también apunta que este tipo de conflictos familiares son mucho mayores cuando los hijos aún no están emancipados y son los padres quienes gestionan los recursos económicos, ya que se ven con la potestad de elegir a quién ayudan económicamente y a quién no. Otra de las conclusiones que se extraen de los resultados del programa informático, y que vuelven a reflejar las actitudes autoritarias y machistas, es que suelen priorizar la ayuda a las hijas frente a lo hijos.

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