martes, 29 de octubre de 2013 |

COMUNICADO DEL CSI ANTE EL TRISTE ACCIDENTE MINERO EN POLA DE GORDÓN

Este lunes, 28 de octubre de 2013, morían 6 mineros en el Pozo Emilio de La Llombera, en Pola de Gordón.

Mientras escribimos estas líneas, otro minero se debate entre la vida y la muerte y otros 4 permanecen hospitalizados, aunque su vida parece no estar en peligro.

Desde la CSI, enviamos nuestra solidaridad y nuestro apoyo incondicional a las familias y seres queridos de todos ellos.

En la CSI creemos sinceramente que cuando una trabajadora o un trabajador muere en el trabajo porque no se realizan las inversiones necesarias en prevención y seguridad, eso es un crimen y quienes lo provocan y quienes lo consienten, son criminales.

Hace tiempo que lo veníamos diciendo: los recortes en la minería, no solamente afectan a la producción, sino a las inversiones en prevención y seguridad. Era un secreto a voces. La precariedad de las condiciones de trabajo, el abandono de las instalaciones, la falta de inversiones y la merma de las condiciones de seguridad, afilaban una guadaña que, tarde o temprano, acabaría segando alguna vida.

¡Esto es el capitalismo, señoras y señores!. Empresarios como estos no vienen sólo a sacar beneficios a costa de nuestra miseria; sus beneficios están por encima, incluso, de la propia vida de cualquier obrero u obrera.

El Ministro Soria, que hace algún tiempo llamó privilegiados a los trabajadores de la mina, acudió a León y, mientras con una mano se solidariza con las familias afectadas, con la otra continúa recortando las inversiones en seguridad y afirmando la correcta inspección de las instalaciones mineras. La hipocresía acaba por convertirse en infamia.

Repetiremos otra vez lo que ya dijimos (a ver si alguien se da por aludido): quienes provocan o consienten esta situación, no tienen otro calificativo que el de criminales.

Los trabajadores de la minería tienen una dura cuestión que resolver. La necesidad imperiosa de mantener su puesto de trabajo debe dejar también sitio a la necesidad, aún más imperiosa, de no perder la vida en el trabajo.

Y en esta cuestión, el apoyo y la solidaridad de toda la clase obrera juega un papel imprescindible y decisivo.

Para los trabajadores muertos y sus familias, no encontramos palabras que decir. Para el resto de trabajadores mineros, sólo estas: lucha, unión y firmeza.



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