Está vestido con el uniforme
reglamentario y en una mano sostiene una caja sobre la que reposan gafas
de sol procedentes de la venta ambulante: “Si, si, no se preocupe que sus gafas están bien”, parece decirle a un vendedor mientras trata de aguantarse la risa. ”No se preocupe que mañana se las entregamos. Venga, buenos días señor negrito, adiós”, da por finalizada la conversación.